1 de julio de 2024
El problema de la inmigración
Siempre que nuestra asociación TAS RAÍCES organiza la presentación de un libro, además de la bienvenida y agradecimiento al público asistente y a los invitados, extendemos nuestro agradecimiento a las editoriales que sorteando la censura y la sinrazón del pensamiento único oficial, siguen contra viento y marea, publicando libros que nos muestran una manera diferente de entender el mundo en el que vivimos, arriesgando dinero y soportando no pocos sinsabores.
De igual manera, es de agradecer también que aún existan unos pocos periodistas capaces de poner el dedo en la llaga en determinados asuntos, dando voz a cierta disidencia, invitando a personas que nos ofrecen opiniones diferentes, burlando censores y dando al menos una mínima cobertura a aquellas noticias que verdaderamente deben preocuparnos, alejados de toda esa bazofia mediática que sirven a otros intereses y que emponzoñan las rotativas diariamente.
El pasado jueves, el presentador Iker Jiménez y sus invitados daban una amplia cobertura en el programa "Horizonte" a un terrible suceso acaecido hace unos días. David Lledó, un compatriota nuestro de 38 años, era asesinado, víctima del salvajismo de un trio de magrebíes en la localidad alicantina de Gata de Gorgos, localidad que vive paralizada por el miedo tras la llegada de estos tipejos, cargados de antecedentes y a quienes el gobierno permite pulular con una cuasi impunidad por nuestras calles, como muchos otros.
La noticia, como siempre, ha pasado de puntillas por la inmensa mayoría de medios. Tal y como reveló Iker Jiménez en su programa, solo unos pocos medios nombraron la nacionalidad marroquí del principal asesino. Varios otros medios ocultaron el origen de los asesinos, como La Sexta, la Cadena SER, la Cope o ABC y otros ni siquiera han dedicado un solo segundo a dicha noticia como El Diario, El País, Público o el Huffington Post, unos medios, todo hay que decirlo, que pertenecen a la basura más repugnante.
Cada vez que tienen lugar este tipo de asesinatos, unidos a todos tipo de fechorías, robos, asaltos, violaciones y agresiones protagonizadas por esos "seres de luz" llegados con la inmigración descontrolada, debemos insistir en que la responsabilidad de dichos crímenes y delitos no solo debe recaer en los autores materiales de los mismos, sino también en toda la corte de cooperadores necesarios que posibilitan, con su estúpido buenismo, que todo tipo de gentuza, sin oficio ni beneficio, entren sin control alguno en nuestro territorio, sean distribuidos sembrando el terror allá donde van, mientras los encargados de velar por la seguridad en nuestras calles, se hallan atados de pies y manos por auténticos incompetentes como el ministro Marlaska, cuya preocupación este fin de semana no será la protección del único testigo de dicho crimen amenazado, sino buscar un abanico que combine a juego los colores con la pancarta principal en el día de su orgullo.
En ese mismo "Horizonte" pudimos escuchar de nuevo a Samuel Vázquez, ex policía y principal responsable de la organización "Una policía para el siglo XXI", que sigue denunciando que el modelo policial actual es obsoleto con este nuevo tipo de criminalidad, ya que estaba diseñado para combatir la delincuencia en los años 80 y es ahora inoperante. En sus intervenciones Vázquez manifestaba a su vez que no se podia combatir esta lacra cuando en la cadena de mando, los estamentos superiores toman sus decisiones de manera sumisa en función de unos intereses políticos. No se puede decir más claro.
A partir de lo escuchado, no tenemos más que aplicar el más estricto sentido común para darnos cuenta de la verdadera dimensión del problema: junta en el mismo cóctel un modelo de inmigración desastroso con el modelo trasnochado policial y el pifostio queda asegurado de manera automática.
Por ello, el asesinato de David no será desgraciadamente el único. Como dice el analista Rubén Pulido, para poder solucionar un problema, tenemos previamente que admitir que existe. Mal camino llevamos si quienes tendrían que ser la solución son parte del problema como es el gobierno y el principal partido de la oposición. En relación con esto insistimos de nuevo en recordar que recientemente el Partido Popular de Feijoó votaba junto al PSOE a favor de tramitar una Iniciativa Legislativa Popular con el objetivo de legalizar a unos 500.000 inmigrantes ilegales, de los cuales una parte importante no tienen intención alguna de adoptar nuestro modelo de convivencia y no tendrán tampoco miramientos para tratar de imponer el suyo, incluso a machetazos.
No son pocas las razones que llevan por ello a PP y PSOE a compartir una misma visión de hacia donde enfocar la cuestión migratoria. Ellos sabrán el porqué. Pero resulta evidente que nada tienen que ver con el español que trabaja para poder vivir con dignidad.
Razones acerca del motivo por el que la inmigración alcanza cifras desorbitadas y desproporcionadas son muchas, comenzando en primer lugar por entender que el tráfico de personas en el Mediterráneo y el acogimiento de las mismas supone un negocio para unos cuantos, algo que ya de entrada, resulta miserable.
Luego podemos encontrar razones para todos gustos: una manera de tantas que tiene el rey marroquí de chantajear al gobierno español, dar salida a ingentes cantidades de población refugiada consecuencia de conflictos bélicos que sirven a unos determinados intereses, una manera certera y paulatina de desdibujar la soberanía de determinadas naciones, atender las necesidades voraces del mercado contribuyendo a ofertar eterna obra de mano barata, atraer continuamente masas de posibles votantes para una izquierda que ya no sabe que más inventar para no terminar de perder el voto del currante o como mantiene Marco Scatarzi, conseguir la sustitución de las conciencias nacionales por un nomadismo apátrida.
Se avecinan muy malos tiempos y como con todo, nuestra nula capacidad de reacción y nuestro pasotismo no juegan precisamente a nuestro favor. A lo que muchos ciegos quieran darse cuenta de la realidad que hay y la que nos viene, ya será demasiado tarde.
José Luis Morales