16 de junio de 2024
Elecciones europeas
Terminaron hace unos dias las elecciones europeas con los resultados de sobras conocidos, así que el editorial de hoy trata sobre dichos comicios. A grandes rasgos y sin entrar en otros pormenores, simplemente queremos resaltar un par de aspectos significativos, uno en lo que respecta al ámbito nacional y el otro, más general, al europeo en su conjunto.
Es conveniente precisar que como una asociación cultural que somos, sin una vinculación directa con ninguna sigla, no nos toca a nosotros hacer autocrítica en lo que respecta a cada formación dentro de lo que podríamos denominar ámbito patriótico. La principal fuerza en la que se sustenta nuestra asociación es precisamente la de aunar a votantes y militantes de distintas formaciones, pero con unos principios comunes. En consecuencia, son los militantes de cada formación, tanto si ha obtenido representación como si no, quienes deben hacer la autocrítica necesaria y meditar qué deben hacer estos cuatro próximos años.
En lo que respecta a la cuestión nacional, sigue teniendo un respaldo muy amplio el bipartidismo PP-PSOE. A pesar de que cada vez que se convocan elecciones europeas, se insiste en no votar en clave nacional, son millones de españoles quienes optan por el modelo bipartidista, PSOE y PP. Si nos ceñimos a cifras más concretas, el número de votos que han tenido las dos principales formaciones del régimen ha superado los 11 millones. Uno tiene ya la extraña sensación y resulta por ello descorazonador, que un porcentaje muy alto de esos once millones que han optado por las formaciones de Sánchez y Núñez Feijoo, únicamente lo hacen por costumbre, aunque simpaticen más con otras siglas, desentendiéndose de programas y propuestas y desconociendo que en Europa, socialistas y populares votan prácticamente lo mismo en la mayoría de cuestiones que nos afectan.
Por ello, seguimos dando la imagen de ser un país que va a remolque del resto, con unos cuantos años de retraso respecto a los demás países europeos, pero fabulosa y escandalosamente mediatizados por los medios de comunicación del régimen, algo que ya recalcó el periodista Josué Cárdenas en aquella conferencia que organizamos hace unos meses, cuando mantenía que para muchísimos españoles, lo que no se contaba en las noticias, no existía.
En cuanto a los resultados a nivel europeo, es obvio que los partidos a los que injustamente se les llama de "ultraderecha" avanzan por todo el continente. Muchos son los análisis y más aún las tonterías que se escuchan en las tertulias de los principales medios. Se adivina, de la misma forma, que los ineptos burócratas que manejan los hilos de la UE, en vez de cambiar de políticas, redundarán aún más en el error, propiciando que el voto protesta avance (ojalá) ya de manera imparable.
Lo verdaderamente resaltable es ser conscientes de que este avance no es una moda o un producto de marketing como lo fue la aparición artificial de Podemos y los partidos de izquierda similares. Lo que se constata es un completo hartazgo cada vez más latente en millones de ciudadanos, que ven como los dirigentes europeos, ya sin disimulo alguno, sirven a intereses ajenos a los de los ciudadanos a los que dicen representar.
Estos partidos a los que se etiqueta como "ultraderecha" no son, por otra parte, homogéneos ni pueden ser considerados la mayoría como antisistema. Lo que sí tienen en común es que si dichas formaciones tuvieran un trato más justo por parte de los medios de comunicación oficiales en vez de la completa y continua criminalización y diabolización, arrasarían en las urnas.
No obstante, el avance de estas formaciones debe ponernos en guardia frente a todas las tramas y maniobras que desde la UE se busquen, que lo harán, con el fin de impedir el ascenso al poder de dichas candidaturas. El periodista y analista Lorenzo Ramírez explicaba hace escasos días que estamos en un proceso de involución europea, con Sánchez como principal ariete. A modo de ejemplo, exponía que en el último Foro de Davos, Úrsula Von der Leyen, ya había manifestado que el principal reto para los próximos años era la lucha contra la desinformación. Dicho de otro modo, que su principal obsesión será cercenar por completo cualquier discurso disidente.
Decía recientemente el historiador Fernando Paz que el globalismo era la guerra que las élites occidentales le hacían a sus pueblos. Si aceptamos esta denominación, cuatro son las principales trincheras en las que tendremos que batirnos estos años con el fin de aunar a más europeos frente a las imposiciones globalistas puestas en la práctica por la UE, la ONU, el Foro de Davos o la misma Agenda 2030.
En primer lugar, revertir unas políticas migratorias erróneas y suicidas que provocan cada año la muerte de centenares de personas en el Mediterráneo mientras se instala una parte del Tercer Mundo en una Europa a la que se le quiere extirpar por las bravas su tradición e identidad y en consecuencia, importando el alarmante incremento de una criminalidad nunca vista por estos lares hasta ahora.
En segundo lugar, una oposición rotunda al papel que desempeña la OTAN en su actualidad, verdadero brazo armado de BlackRock y otras empresas, así como del imperialismo norteamericano y anglosajón, empeñadas en mantener a perpetuidad una guerra en Ucrania que en realidad ni nos va ni nos viene, pero que estamos costeando entre todos con dinero público, mientras Zelenski pasa la gorra en cada visita, como quien no quiere la cosa. ¿Se acuerdan de aquel mundillo en torno al cine que decía "no a la guerra"? ¿Dónde andan ahora? ¡Menudos milagros hacen las subvenciones!
En tercer lugar, una defensa a ultranza del mundo rural y del sector primario español y europeo frente al despropósito de unas políticas medioambientales que, lejos de cualquier atisbo de sensatez, han hecho del catastrofismo su modus operandi, arrasando con la agricultura y ganadería, mientras nos crucifican a impuestos.
En cuarto y último lugar, y no por ello, menos importante, apostar por la defensa de la vida y la familia frente a la imposición de toda esa cultura woke que atenta contra lo más sagrado y cuyo doble objetivo es extirpar las raíces cristianas de Europa y la reducción drástica de la población.
Queda, como se puede ver, muchísimo por hacer. Por eso pedimos desde aquí a quienes militan en formaciones de tipo político pero que quieren un verdadero cambio, que aúnen esfuerzos a nivel europeo, mientras quienes estamos por la lucha cultural trabajamos en todos los ámbitos sociales, educativos y culturales con el fin de defender nuestras verdaderas raíces y un mejor futuro para nuestros hijos.
José Luis Morales