11 de febrero de 2024

¡Todos con el campo español!

Uno de los propósitos de los editoriales semanales que llevamos publicando desde hace casi cuatro años es el de poder llegar a través de mensajes claros y comprensibles a todo el mundo, superando conceptos como derechas e izquierdas que todos tendría que tener ya asumido, con el objetivo de despertar conciencias, aunar voluntades y defender a ultranza todo lo que nos une.

No son pocas las veces que cuando le explicas a alguien que en nuestra sociedad actual todo gira en torno a la pugna existente entre el soberanismo y el globalismo, te miran como si estuvieses mezclando las profecías de Nostradamus con las últimas teorías sobre extraterrestres recién salidas del horno.

La realidad, sin embargo, es la que es, tanto si la queremos ver y en consecuencia afrontar, como si optamos por esconder la cabeza como el avestruz. Dentro de esta pugna, el principal ariete usado por el globalismo que se cierne sobre nosotros es la famosa Agenda 2030, una agenda cuya aplicación no ha sido sometida a referéndum alguno, pero que está siendo impuesta con una arbitrariedad que da miedo, disfrazada y ocultada con todos los eufemismos posibles.

Un ejemplo práctico y claro sobre lo que supone dicha imposición lo constituye la actual movilización del sector agrícola, movilización que nuestra asociación apoya sin fisuras. Es precisamente la oposición a dicha agenda y sus pretensiones lo que está consiguiendo aunar a tantos españoles a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.

Se da además una curiosa paradoja: mientras los agricultores y consumidores de sus productos se manifiestan contra dicha agenda, esta es introducida en las aulas donde estudian nuestros hijos, sin ningún tipo de disimulo ni cortapisa, haciendo gala de un adoctrinamiento puro y duro, sin que parece que nos afecte lo más mínimo.

Pero el engaño en lo que respecta a dicha Agenda 2030 es total. Su objetivo segundo, por ejemplo, habla de poner fin al hambre, logrando una seguridad alimentaria, una mejora de la nutrición y la promoción de la agricultura sostenible. Lo que esconde realmente, en palabras de Alicia Rubio, es un control férreo de la cadena de suministros, propiciar el abandono del sector e imponer "dietas alternativas" como es la ingesta de gusanos o grillos, todo ello con la consabida pero falsa pretensión de estar salvando un planeta que, en otro de sus engaños y estafas, está desapareciendo por culpa de nuestros hábitos, incluidos los culinarios.

Como rezaba una pancarta vista estos días en uno de los tractores "Nuestro fin es vuestro hambre". Por eso, entre otras cosas, apoyamos esta lucha ya que nos negamos rotundamente a que dejen morir al campo español, de cuyos frutos todos nos beneficiamos. La agricultura y la ganadería están en el punto de mira de estos intereses globalistas que buscan las maneras torticeras de cargarse un sector primario o lo poco que queda de él, de la misma forma que se cargaron nuestra industria.

El tema va a dar mucho que hablar y no será este el único editorial o artículo que versará sobre esta campaña. A groso modo, podríamos destacar como una de las principales y más importantes quejas del sector, la competencia desleal que sufre nuestra agricultura, abrumada por impuestos y una serie de regulaciones impuestas por la PAC, cuyas exigencias contrastan con la permisividad hacia los productos importados desde otras partes de fuera de Europa.

A estas políticas excesivamente severas con nuestros agricultores y ganaderos, a los que se obliga a reducir drásticamente la propia producción, se une así mismo un control fitosanitario que de nuevo, brilla por su ausencia cuando se trata de productos procedentes de Marruecos, entre otros países.

Podríamos añadir la exigencia de una mayor claridad en el etiquetado sobre la procedencia de los productos que provienen del campo, la rebaja u omisión de la Ley de Bienestar Animal, la reducción de los impuestos al gasóleo agrícola o el establecimiento de aranceles a productos extracomunitarios.

No podemos tampoco olvidar el daño que está haciendo al sector unas prácticas de geoingeniería climática, que reconocidas por organizaciones como Aemet, cuentan con el mayor de los secretismos.

Por eso es necesario tomar conciencia de lo que realmente nos estamos jugando y apoyar en la calle, en las redes, en los medios, en las instituciones y allá donde haga falta las reivindicaciones de un sector tan importante para todos y hacer frente sin descanso a las descaradas imposiciones de esta maldita Agenda 2030 que pretende gobernar nuestras vidas hasta extremos hasta hace poco, inimaginables.


José Luis Morales