19 de mayo de 2024
Contra la pederastia
Mi primer recuerdo sobre el festival de Eurovisión data del año 1975. Yo contaba con tan solo seis años y los representantes que enviaba España al concurso eran los conocidos Sergio y Estíbaliz, un dúo vasco con el tema "Tú volverás", una sencilla pero bonita canción, perfectamente interpretada por unas voces de calidad contrastada.
Por aquel entonces y durante muchos años, el festival consistía básicamente en eso: toda la familia reunida frente al televisor, escuchando cada canción interpretada en la lengua de cada país y haciendo las apuestas pertinentes en cuanto a los posibles ganadores. En definitiva, un concurso musical para todos los públicos.
También es cierto que ya por aquella época, el festival estaba muy entregado al politiqueo y al compadreo de determinados países, pero para el público todo quedaba en un segundo plano dando prioridad a lo estrictamente musical. Por dicho festival pasaron gente de la categoría de Mocedades, los suecos ABBA cuyo primer puesto los catapultó a la fama, Celine Dion, Raphael, Paloma San Basilio, Julio Iglesias, Sergio Dalma, Cliff Richard y muchos más.
Por el contrario, todos los que vieron el festival del otro día, pudieron comprobarlo en directo: un espectáculo ordinario con una escasísima calidad en las composiciones, impregnado de una propaganda woke a todos los niveles que cubría todo hasta el hartazgo. Tal y como manifestaba un amigo: "más parecido a un festival pornográfico cutre que a un festival musical para verlo en familia". Otro amigo lo definió como el "documental de la decadencia y degradación de Europa" aseveración con la que estoy muy de acuerdo. Conviene precisar que esta mezcla de la apología woke y de la cutrez más casposa, viene ya desde hace unos cuantos años, pero lo cierto es que en esta edición se han superado con creces.
Por supuesto, tras el festival, comenzó de inmediato la "caza de brujas" contra todo aquel que ha osado hacer una simple crítica. Es paradójico pero a la vez indignante, que a quienes se les llena la boca con la palabra "diversidad" no admiten más diversidad que la que imponen ellos En este caso, los palos han ido contra el conocido presentador Iker Jiménez por un simple comentario sobre el ganador del concurso, persecución que José María Bou, calificó de "indignación de los moralistas progres puritanos de la nueva religión de la corrección política". No podemos estar más de acuerdo.
Curiosamente, saltaba poco después una noticia que a muchos nos causó una gran indignación: el ayuntamiento de Almería publicitaba una campaña en la que un determinado cartel vinculaba las relaciones sexuales con la imagen de un niño, lo que constituía una auténtica apología de la pederastia, o lo que es lo mismo, de un repugnante delito.
No hemos de perder de vista tampoco las no tan lejanas declaraciones de dos exministras para entender mejor estas campañas. La de entonces ministra de Educación, Isabel Celaá, qué manifestó literalmente que "no podemos pensar que los hijos son de los padres" y de la exministra de Igualdad y calamidad número uno, Irene Montero, que en 2022 manifestaba sobre los niños que tenían derecho a conocer que podían tener relaciones sexuales con quienes quisieran. Ambas declaraciones son mencionadas por Alicia V. Rubio en su libro "Y os utilizaron por ser niños", libro que presentó la autora en Zaragoza en un acto organizado por nuestra asociación TAS RAÍCES.
El libro es un magnífico documento que muestra las maquiavélicas intenciones que se esconden detrás del activismo feminista radical y de otros grupos similares. En su libro, menciona a toda una corte de gurús del feminismo y de los movimientos lgtbi, tales como Wilhem Reich, Alfred Kinsey, Simone de Beauvoir, Shulamith Firestone o Michel Foucault, quienes tienen en común, sin excepción, la defensa que hicieron de la pederastia en uno u otro momento.
En dicho libro, la autora establece una clara vinculación entre todos estos movimientos radicales y favorables a la pederastia y esos grupos financieros globalistas que son quienes los financian, ya que sirven claramente a sus intereses neomalthusianos que abogan por una drástica reducción de la población mundial.
Alicia Rubio, y aquí nos ceñimos a cuestiones más concretas, nos advierte de la intención real de legalizar la pederastia, pero escondida, como todo lo relacionado con la Agenda 2030, tras unos objetivos más loables y digeribles. Para ello, se vuelve a usar esa ley de gradualidad o Ventana de Oberton, cuyo sentido es introducirla poco a poco, usando unas estrategias concretas, como conseguir bajar la edad del consentimiento o pulverizar la Patria Potestad, para terminar planteando la legalización total o despenalización de la pederastia, bajo el eufemismo de defender unos supuestos derechos del niño a la sexualidad, algo que planteaba esa vergonzosa campaña.
Lo que resulta claro es que los tres estamentos sobre los que se basa la educación de los niños son la escuela, la familia y los medios de comunicación, de forma que si un estado dirigido con malintención ya cuenta con la escuela y los medios a su favor, necesita hacer trizas a la familia para poder conseguir sus maquiavélicos objetivos. Por eso es tan importante la defensa a ultranza del concepto de familia tradicional como principal pilar sobre los que debe asentarse una sociedad.
Finalizaré el editorial con una de las frases que recoge el libro de Alicia Rubio a modo de conclusión: "no podemos dejar de luchar. Cada día que pasa sin que nos movilicemos, más avanza esta maquinaria siniestra y dictatorial. Y cada día es más difícil garantizarles a nuestros hijos un mundo mejor, más libre, más humano, más justo".
José Luis Morales