Editorial 29 enero 2023
Impunidad para los culpables
Dice nuestro refranero español que quien siembra vientos, recoge tempestades, refrán que nos advierte, con gran tino, de las graves consecuencias que acarrea la toma de malas decisiones. Lo hemos podido comprobar en una serie de tres hechos gravísimos que han acontecido esta semana; hechos que constituyen una seria advertencia de lo que nos espera en un futuro para nada lejano de no mediar un radical y drástico cambio a la hora de enderezar las cosas.
Es cierto que ninguno de los hechos guardan relación y se han producido en diferentes lugares dentro del territorio nacional. Sin embargo, hay algo que los víncula de una forma: son tres actos en los que a la culpabilidad de los agresores se une la completa dejadez del aparato burocrático del estado que es el que con su inacción ha posibilitado que se produzcan, actuando como el cooperador necesario que todo delincuente necesita para dar rienda suelta a su maldad.
En el primer suceso, un individuo que ocupaba una finca de manera ilegal en la localidad almeriense de Vícar, había terminado por asesinar al propietario de dicho terreno tras una acalorada discusión. Esto es algo que se veía venir, por culpa de la vergonzosa tolerancia de gobiernos y administraciones con las ocupaciones ilegales. Cuando los gobiernos y la justicia renuncian a defenderte incluso en tu propia casa, está claro que el problema sólo puede terminar de esta manera.
En el segundo suceso, un sacristán de una parroquia de Algeciras era asesinado vilmente por un islamista radical. Demasiados casos "aislados" pero siempre con un patrón común aunque cabree al "Mester de Progresía". No sé cuántos muertos más serán necesarios para que la sociedad española y europea, jerarquía católica incluida, abran los ojos de una vez y perciban la absoluta incompatibilidad que tiene la extensión del islamismo con la cristiandad y las libertades fundamentales. También en este punto debemos recordar, que se produce en el contexto en el que el gobierno ha tomado por costumbre profanar tumbas y derribar cruces que a nadie ocasionan mal alguno, transmitiendo al integrismo islámico la idea de que la protección de la vida de los cristianos no constituye en modo alguno una prioridad. ¿Todas las vidas importan? Está visto que no.
En el tercero de los sucesos, la presidenta madrileña era abucheada por una turba de radicales de izquierda que ocasionaron diversos incidentes en la entrega de unos premios en la Universidad Complutense de Madrid. Ni es la primera vez que ocurren escraches semejantes ni será la última.
Por supuesto, contamos con que toda una legión de panolis imbuidos de buenismo, buscarán cualquier justificación que termine por blanquear a los verdugos y criminalizar en cierta manera a las víctimas. Somos por esa razón de los que pensamos que un porcentaje muy alto de los problemas que tenemos en España no vienen dados por la acción de quien se empeña en hacernos la puñeta, sino porque directamente se les consiente. Dicho de otro modo, que quién tendría que aportar la solución son en realidad una parte importante del problema.
A los hechos me remito sin ningún género de duda. Si algo tendríamos que haber aprendido de la puñetera pandemia covidiana es que los gobiernos, si quieren, no solo dictaduras como la China, sino supuestas democracias como España, Canadá o Australia, pueden tenernos secuestrados en casa saltándose todas las normas legales sobre la libertad, impedir la entrada por no estar vacunado o ser detenido de manera violenta por no llevar bien colocada una mascarilla.
Así que menos excusas y pónganse las pilas. Saquen vds una ley que permita a la policía echar a puntapiés a cualquiera que ocupa ilegalmente una propiedad desde el mismo instante en que no puede probar con documento alguno, que dicha propiedad esté a su nombre.
Asuma su cargo de una puñetera vez, señor Marlaska y dedique al menos con la mitad del entusiasmo con el que perseguía a quien no cumplía las normas en la pandemia, a encontrar a todo aquel con orden de expulsión y mandarlo a su casa por la vía rápida, máxime si es acérrimo seguidor de esa única religión con una facilidad pasmosa a radicalizarse.
Y finalmente, Sra Presidenta de Madrid, recuerde que las competencias educativas están en sus manos y mande al cuerpo de inspectores de educación al completo a terminar con el vergonzoso uso que la izquierda marxista hace de colegios, institutos y universidades, echando de la función pública a todo aquel que se dedica no a enseñar contenidos educativos sino a adoctrinar en el odio a todo aquel que no piensa como ellos.
Porque es la dejadez de determinados gobiernos y la permisividad blandengue del régimen, el mayor aliado que el comunismo tiene para verter su veneno a la juventud, permitiéndoles agredir, insultar, subvencionarse, manipular, adoctrinar, engañar y ocupar espacios públicos que deberían ser de todos, menos para esta cuadrilla de energúmenos que jamás debieron salir de las catacumbas donde moraban.
José Luis Morales