7 de julio de 2024
¡Fronteras seguras!
Decía el maestro Ezra Pound que gobernar era el arte de crear problemas con cuya solución mantener a la población en vilo. Cuesta trabajo entender qué diria Pound de vivir en una sociedad corrompida como la actual, aunque nos lo podemos imaginar. Lo cierto es que no solo la clase política dirigente es experta en crear problemas, sino también en permitir que estos problemas se multipliquen, por culpa de esa puñetera manía que tienen de mirar hacia otro lado, cada vez que asoma la punta del iceberg.
La semana pasada hablábamos de la victoria en primera vuelta de la formación liderada por Marine Le Pen. Veremos qué ocurre en la segunda vuelta en las legislativas francesas. Habrá que ser cautos y ver lo que acontece. Pase lo que pase, hay una cuestión que debemos tener clara: por mucho que podamos estar a favor de la mayoría de postulados que defiende el antiguo Front National, es ineludiblemente el tema migratorio, metamorfizado en todo un fenómeno de sustitución de la población francesa por otra procedente del norte y centro de África, lo que ha hecho crecer dicha formación hasta convertirse en la más votada de Francia. Lo increíble es que a estas alturas todavía existan franceses que no lo vean.
El caso es que todos los servidores de las agendas globalistas, desde quienes mal dirigen la Unión Europea como esa izquierda woke que es el ariete del mamporrerismo oficial, andan soliviantados con el cariz que van tomando los procesos electorales en varios países europeos. Como en todos aquellos temas en los que se criminaliza a quien se sale del discurso oficial y único (feminismo, ley trans, alarmismo climático, memoria histórica...) con el tema migratorio sucede otro tanto, aunque quizá elevado a la enésima potencia.
Dice Alicia V. Rubio que el neolenguaje trata de expresar lo contrario a lo real, ya que demasiada gente cree meramente en las palabras sin contrastarlas con los hechos. Esa es la razón por la que existe una mano negra que impone el silencio y la censura más implacable en los medios sobre el origen de los delitos. La premisa es cristalina: lo que no sale en las noticias del telediario, no existe para muchísimas personas. Van incluso más allá, arremetiendo contra cualquiera que pone el dedo en la llaga, pues no son pocos los tertulianos a nómina capaces de ir a degüello con tal de garantizarse el plato de lentejas diario.
En una reciente intervención, el historiador Fernando Paz señalaba el 2003 como el año en el que el PP del entonces José María Aznar y el PSOE de Zapatero, establecieron un pacto mediante el cual debía omitirse la nacionalidad de los delincuentes haciéndolo desaparecer de las noticias. Evidentemente, si se llegó a dicho pacto es porque en aquel momento, ambos eran completos conocedores no de lo ocurría entonces, sino de lo que se nos venía encima.
Por eso es fundamental saber leer entre líneas, interpretando con sentido critico todo lo que nos cuentan los medios. La conclusión primera que podemos extraer es que cada vez que se publica una noticia sobre un crimen, un robo con violencia o una nueva violación, individual o en grupo, omitiéndose el origen de los malhechores, hemos de tener por seguro que los protagonistas de las fechorías no tienen ocho apellidos españoles o no comen jamón, por tirar de eufemismos. ¿Que esto que decimos contribuye a difundir bulos? Pues más a nuestro favor. Si no es cierto que sean extranjeros quienes delinquen, basta con publicar foto, nombre y apellidos de los autores para así salir de dudas. Ya ven lo sencillo que resultaría desmontar un bulo.
Así que para no llevarnos a posterior engaño, queda claro que el oscurantismo, la censura más implacable y la persecución de todo aquel que ose señalar que el origen de la inmensa mayoría de delitos proviene de una inmigración masiva y desordenada, será el pan nuestro de cada día. Hasta la misma Conferencia Episcopal se ha despachado con unas declaraciones, muy en la línea del actual pontífice, denominando "demagogia ideológica", en palabras de su portavoz, César García Magán, a la idea de la "ultraderecha " de vincular inmigración y delincuencia.
Conviene recordar de vez en cuando, a la Conferencia Episcopal, que fueron precisamente esos "demagogos ideológicos" a quienes tan alegremente critican, los que jugándose y perdiendo la vida muchos de ellos, se alzaron para impedir que los "otros", a los que parece no quieren ofender, continuaran con el asesinato de miles de católicos, sacerdotes y monjas incluidas, dentro de la mayor persecución religiosa en nuestro país. Mal andamos de memoria como para querer dar lecciones.
Por lo demás, no se trata tan siquiera de una mera cuestión ideológica, porque los datos están ahí al alcance de todos: un elevado porcentaje de los asesinatos machistas están protagonizados por extranjeros, el porcentaje de la población reclusa extranjera es bastante elevado en relación al número total de extranjeros que residen en España, las bandas que aterrorizan las calles, machete en mano, eran inexistentes hasta la masiva llegada de inmigración, la inmensa mayoría de violaciones en grupo son perpetradas por extranjeros. Es que, incluso cada vez que un extranjero es asesinado en España, existe una más que elevadísima probabilidad de que haya sido asesinado por otro extranjero. No hay más que ver como determinados barrios belgas, suecos o franceses se han convertido en zonas en las que ni siquiera entra la policía, pues de una manera vergonzosa se ha permitido que prolifere la ley de la jungla que es incompatible con lo que denominamos estado de derecho.
La realidad, cuadre o no con el discurso único oficial, es muy tozuda: si importas tercer mundo, máxime sin control alguno, te conviertes sí o sí en ese mismo tercer mundo del que dicen huir. Bastante tenemos con aguantar la delincuencia autóctona y a un inepto como Marlaska al frente de Interior como para importar la foránea a mansalva, más si cabe si como parece, nuestro "querido" monarca marroquí tiene la intención de enviar a toda su población reclusa a España, suponemos que para ayudarnos a ganar el mundial con el 0,000001 por ciento de quienes logren integrarse.
Resumiendo: las fronteras de los países deben estar controladas y aseguradas de la misma forma que uno cierra la puerta de su hogar con el fin de proteger a los de dentro de cualquier peligro exterior. Eso lo sabe o debería hasta el más tonto del lugar. Desgraciadamente, no hay más ciego que quien no quiere ver.
José Luis Morales