4 de agosto de 2024
El verdadero bulo
Bebe, de seis años; Elsie, de siete y Alice, de 9. Si este artículo lo leyesen la inmensa mayoría de españoles, apenas unas decenas de personas sabrían dar respuesta a la pregunta de quienes son. Para la inmensa mayoría, unos nombres ingleses que no les dicen nada, que es en definitiva, lo que desea el establishment: que dichos nombres y las personas que hay detrás pasen completamente desapercibidos para el mundo entero.
Bebe, Elsie y Alice son el nombre de las tres niñas asesinadas salvajemente a cuchilladas esta semana en la localidad inglesa de Southport. El autor de dichos asesinatos, un "niño" de 17 años de origen ruandés. Como era de esperar, prácticamente ningún medio ha otorgado a tan terrible asesinato un tratamiento informativo digno y acorde a la brutalidad de la tragedia.
Cambiemos ahora el origen, tanto de víctimas como del criminal y así seremos conscientes de la clase de sociedad en la que nos han convertido. Imaginemos por un momento que el criminal es un chico blanco británico y las niñas, tres menores inmigrantes. Serían muchas las semanas, por no decir meses, los que dichos asesinatos estarían en los medios, abriendo telediarios. El movimiento Black Lives Matter volvería de inmediato a las calles, con numerosas demostraciones que terminarían en todo tipo de agresiones, incluso muertes, de todo aquel al que considerasen culpable simplemente de ser blanco y por supuesto, todos equipos de la liga inglesa y varias europeas comenzarían cada partido arrodillados segundos antes del saque inicial, mostrando su pleitesía a la ideología woke. Todo ello, por supuesto, mientras se iniciaban procesos de ilegalización de todos aquellos partidos que la Unión Europea y toda su morralla administrativa considerasen como "racista".
Decía Bertolt Brecht que quien desconocía la verdad era un ignorante, pero quién la conocía y desmentía, era un criminal. Esta afirmación bien puede aplicarse a un altísimo porcentaje de medios de comunicación a lo largo y ancho de Europa, que están ninguneando a las pobres víctimas, mientras blanquean de manera repugnante a su asesino, ocultándonos su verdadero origen y derivando los miserables segundos que han dedicado a la noticia, a presentarla como unos incidentes de carácter "ultra" desencadenados por bulos.
Como siempre que suceden este tipo de actos, protagonizados por gente venida de las oleadas migratorias tercermundistas, el proceso de desinformación es implacable. Insistimos por ello en la idea: si cada vez que se da un caso similar, la llamada ultraderecha se dedica a difundir bulos, publiquen foto, nombre y apellidos del autor o autores y así el personal sale de dudas, desvaneciendo el bulo de inmediato. Es así de fácil...si quieren.
Sin embargo, estas tres niñas asesinadas no son fruto de una mente conspiranoica ni de ningún bulo difundido por las redes. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, así que es obligación de cualquier persona sensata denunciar que determinados países, entre los que se encuentra España, están sufriendo ataques y un creciente aumento del número de delitos y que los medios, de manera vergonzosa, lo están ocultando.
Evidentemente los posteriores incidentes en Southport, Hartlepool y otras localidades inglesas, no obedecen más que al hartazgo de unos ciudadanos que ven como años de convivencia se van al traste por culpa de la cobardía de unos políticos incapaces de dar la cara y admitir que la inmigración masiva es un tema fallido. Y esto es aplicable a los belgas, suecos, alemanes, italianos, franceses o españoles que viven en unos barrios abandonados paulatinamente por los gobiernos, exentos de la aplicación de las leyes, salvo las que implican pagar, y donde la calle ha quedado a merced de la barbarie.
Francia vivió en junio de 2023 un episodio similar cuando un refugiado sirio comenzó en un parque a apuñalar a niños y bebés. El trato que le dieron los medios fue similar y obedecen a un mismo patrón: ocultar sistemáticamente la noticia hasta que comienza a hacerse viral en redes. A partir de ahí, se le dedican unos meros segundos, se oculta la identidad del agresor y se trata de desviar el tema hasta que cualquier tontería pasa a hacerse viral y entierra la noticia a perpetuidad.
Aquí el verdadero bulo es la pretendida benevolencia, aireado por un simplón pero peligroso discurso buenista, de una multiculturalidad presentada como un encuentro beneficioso para todos, solo puesto en duda, de manera maquiavélica, por lo que denominan extrema derecha.
No podemos permitir que España se vaya al traste y termine por convertirse en un país tercermundista con todo lo que ello implica. Frente a esas élites económicas, verdaderos dueños de los políticos y medios de comunicación, que quieren imponernos este absurdo proceso migratorio masivo, debemos de obrar unidos y con estrategias comunes, aunque el sistema quiera convertirnos como diría Samuel Vázquez, en "aldeas galas con una sentencia de muerte civil".
José Luis Morales