14 de abril de 2024
Alto a la invasión
Preguntado en una entrevista sobre el Consejo Europeo de Estrasburgo, Ernesto Giménez Caballero manifestaba en 1950 que, dicha institución, germen de lo que derivó en la actual Unión Europea, parecía creer en varias cosas menos precisamente en Europa.
El tiempo ha venido a darle la razón. Pocas instituciones como la UE defienden más a ultranza el sometimiento de los europeos al discurso y el dictado globalista, cercenando todas y cada una de las raíces que tenemos en común los europeos. En lo que respecta a la invasión migratoria, su sometimiento a los dictados de quienes manejan los hilos es tan brutal que causa completa repugnancia.
El Parlamento Europeo votaba esta semana, tras un tenso debate, la fijación de unas normas con el fin de regular en el futuro una política común respecto a la llegada de inmigración y a las políticas de asilo. En realidad, lo que se intenta, es fijar una verdadera imposición a todos los países englobados bajo su órbita, para acoger miles y miles de inmigrantes de manera ilimitada, medida que en el colmo de la hipocresía, se nos trata de vender como "restrictiva".
Decimos lo de la hipocresía porque poco antes, el Parlamento español, con la única excepción de Vox, daba el visto bueno a la regulación masiva de 500.000 inmigrantes en situación irregular que, una vez más, han comprobado como, en definitiva, entren como entren, se acaban por quedar.
También ha habido quien se ha sorprendido por el apoyo de
PSOE y PP a dicha propuesta, cambiando a "última hora" el voto para mostrarse favorables a dicha regularización masiva y generalizada. A nosotros, desde luego, no nos ha sorprendido en absoluto, máxime si la experiencia nos ha demostrado con creces, que ambos, en la inmensa mayoría de temas, son los mismos perros, pero con distinto collar.
No deja de ser casualidad tampoco que, a la hora de pedir está regularización, que no es la primera ni será tampoco la última, coincidan los partidos de izquierdas y la patronal. La izquierda es abiertamente favorable porque necesita la llegada de nuevos "parias de la tierra" a quienes conseguir engatusar con el veneno marxistoide. A la patronal, porque les viene que ni pintado disponer de forma perpetua de mano de obra, que en la medida en que más masiva y desesperadamente llegue, más influirá a la hora de abaratar el mercado, logrando que los salarios no puedan subir porque siempre encontrarán a quien lo haga por menos sueldo o menos derechos.
Ahora bien, si políticos de casi todos los partidos y dirigentes empresariales (que no es lo mismo que empresarios) se muestran partidarios de la regularización a gran escala es porque no la sufren ni ellos ni sus familias en los lujosos barrios donde suelen fijar su residencia.
Por el contrario, cuando se pertenece a la clase trabajadora y a esos pequeños emprendedores, personas que necesitan madrugar para ganarse el pan y que tratan de salir adelante a pesar de los sablazos impositivos y unos precios o alquileres desorbitados, pero en las mismas calles y barrios que toda esta inmigración masiva e ilegal, las cosas lógicamente se ven con un prisma diferente porque saben de primera mano lo que supone ver sus calles, parques y barrios de siempre, presos de una inseguridad y criminalidad que no para de crecer.
Un ejemplo muy claro lo tenemos aquí en Zaragoza en el popular barrio del Gancho, muy próximo a la zona más céntrica de la ciudad, pero afectado por este aumento de todo lo que afecta a la seguridad. He aquí unos ejemplos sacados en prensa. Como estos, todos los que queramos hasta aburrir: "Pelea en el Gancho: detenidos e intoxicaciones por gas pimienta" (5 de julio); "Una trifulca entre vecinos en el Gancho provoca tres detenidos" (29 de marzo); "Una pelea en un bloque ocupado del Gancho deja dos detenidos"(13 de febrero); "Dos mujeres a golpes en plena madrugada en el Gancho" (4 de abril); "Cuatro detenidos, con heridas sangrantes, por una reyerta en el Gancho" (27 de febrero); "El joven que disparó con una recortada en el Gancho, detenido" (13 de junio). El pan nuestro de cada día. Dense una vuelta por ahí y lo comprobarán in situ.
Crece la inseguridad en el Gancho, crece en Zaragoza y crece en casi todo el mundo salvo raras excepciones. No crece, sino que mengua de manera espectacular, en El Salvador de Bukele, que es lo que ocurre cuando pones al frente a alguien que tiene como gran objetivo erradicar la criminalidad del país.
No hay que olvidar otro aspecto que está relacionado con la ola de la criminalidad pero que explicaría a su vez la dejadez de nuestros gobernantes. En uno de sus más recientes programas, Marc Vidal mantenía que, con la excusa de esta criminalidad, determinados gobiernos buscan aumentar el control sobre la ciudadanía. Una fórmula mas- en palabras de Vidal- para alcanzar el objetivo de quienes gobiernan: control total de la ciudadanía, eliminación de la disidencia y aplacar cualquier discurso contrario con la excusa de combatir la desinformación.
Vivimos pues, bajo la espada de Damocles, pero a merced de toda la morralla criminal. ¿No va siendo hora ya de que vayamos abriendo los ojos?
José Luis Morales