Cartas boca arriba

4 de Septiembre de 2022

EDITORIAL

El próximo viernes 9 de septiembre, con la presentación en Zaragoza del libro "Cartas boca arriba ( La subversión de la democracia 1931-1936)" de Jorge García-Contell, retomamos de nuevo las actividades culturales abiertas al público tras el paréntesis veraniego.

Contra todo lo que pudiese parecer lógico a estas alturas de siglo, el tema de la 2° República, la Guerra Civil y el Franquismo siguen estando de actualidad, usados ad nauseam por una izquierda revanchista y torticera. Se hace por lo tanto, imprescindible conocer de la mano de García-Contell y otros como él, una visión alternativa que se ajuste más a la verdad sobre todo lo acontecido en aquellos convulsos tiempos que algunos se empeñan en querer resucitar a su manera.

Este retorno al guerracivilismo y a esa obsesión cainita y simplista se la debemos, no obstante, a un politiquillo con aires de tontaina pero un fondo de auténtica maldad, Rodríguez Zapatero, que llegó a la presidencia, recordemos, de la mano del más brutal e inesperado atentado terrorista ocurrido en Europa, acción terrorista esta que lo colocaba en el poder contra todo pronóstico. No perdamos de vista jamás, ese detalle.

Es con la llamada Ley de Memoria Histórica de Zapatero y ahora con la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, como la izquierda socialista ha reabierto heridas que parecían cicatrizadas, convirtiendo en legal una versión tergiversada, manipulada y unilateral impuesta de una manera implacable, a tenor de las desorbitadas multas planteadas contra cualquier disidencia que ose simplemente llevarles la contraria.

En estos días de septiembre también, son miles los niños y jóvenes españoles que vuelven a las aulas de colegios, institutos, universidades y otros centros de enseñanza. Lo hacen de la mano de otra nueva ley socialista educativa, la LOMLOE que guarda muchas más semejanzas de las que pudiésemos imaginar con la ley de Memoria Democrática ya que ambas inciden en la imposición unilateral de su modelo, por encima de todo lo demás.

En realidad, simplemente supone un paso más en algo que lleva ya tiempo implantado. La enseñanza educativa actual, presa de un pedagogismo pazguato que ha vaciado de contenidos y erudición la enseñanza pública, viene siendo usada por los gobiernos de turno como vehículo de transmisión de sus ideologías políticas.

Como si se tratase de poner en práctica lo diseñado en una hoja de ruta previa, la izquierda usa las reformas educativas para modelar la sociedad a su antojo, los gobiernos separatistas para enmerdar la plasticidad cerebral de los menores con las más disparatadas versiones históricas que sustenten su proyecto secesionista y la derecha representada por el PP simplemente se limita a que todo siga como está en la enseñanza pública, para que así la concertada y la privada se froten las manos deseosos de acoger miles de alumnos cuyos padres huyen del adoctrinamiento público y de la bajada de nivel como gato escaldado.

Uno, que lleva en la enseñanza lo suyo y ha visto pasar a varios ministros y consejeros autonómicos por la cartera de educación, sabe perfectamente que en todo lo que llevamos de democracia, una parte importante de nuestra historia como es principalmente la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo se cuenta de tal manera que cualquier ápice de veracidad es imposible de encontrar, mostrando a los chicos, desde edades bastante tempranas, una versión unilateral y falsa de lo que aconteció durante la primera mitad del siglo XX.

Cojas la editorial que cojas, estés en la región que estés, gobierne quien gobierne, la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo son explicados a niños, adolescentes y jóvenes de forma que queden en ellos impregnados dos hechos que no tienen semejanza alguna con la realidad incluso desde la más obtusa subjetividad: uno, la idea de que la represión solo está vinculada al franquismo y dos, que el bando republicano representa la democracia y la libertad frente a otro bando, el insurrecto que quiso acabar con dicha democracia y sus "magníficas" reformas.

De la salvaje y terrible persecución religiosa o de los estrechos vínculos de una parte importante de la república con el estalinismo, ni pío. Fruto de este reduccionismo simplista, la idea que se inculca a miles de futuros votantes es sólo una: existe una izquierda, que es todo luz y bondad y existe el "fascismo" que es oscuridad y represión. Toma esa consigna, úsala una y otra vez acompañada de una lucha cultural que dominan a la perfección y asegúrate miles de votos dispuestos a pensar muy poco pero a tragar con todo.

Ya decía Orwell que quien controla el presente controla el pasado y quién controla el pasado, controlará el futuro. Queda por lo tanto, mucho por hacer si queremos cambiar las cosas. La historia, la verdad y la educación de nuestros hijos están en juego.

José Luis Morales