12 de mayo de 2024
Salvemos el Gancho
El asesinato de una mujer la pasada semana en el popular barrio zaragozano del Gancho ha sido la gota que ha colmado el vaso. El Gancho, muy cercano a la zona histórica y centro de la capital aragonesa, lleva ya unos años atravesando un lamentable deterioro, donde sus vecinos, en su inmensa mayoria honrados trabajadores, tienen que convivir, por llamarlo de alguna manera, con toda clase de bandas de delincuentes, ocupas, inmigración ilegal, drogadicción y todo lo peor de esta sociedad, amenazados por un creciente y preocupante aumento en el número y gravedad de los delitos.
Escuchaba estos días atrás una entrevista con el responsable de la asociación "Una policía para el siglo XXI", Samuel Vázquez, que lleva ya un tiempo denunciando, lo que le ha acarreado ser sancionado, perseguido y vilipendiado, que el modelo policial con el que se pretende atajar la criminalidad hoy en día es obsoleto e inoperativo, porque responde a las necesidades que hubo en la década de los ochenta o los noventa, pero no a los retos actuales.
Es precisamente esta sociedad actual, tal y como denuncia Vázquez, la que soporta una carga de criminalidad y delincuencia no vista aquí hasta ahora, donde el número de delincuentes, malhechores y criminales es mayor y mucho más peligroso que en décadas más recientes.
Para esta asociación, España lleva exactamente el mismo camino de convertirse en un país con una peligrosidad y criminalidad a la altura de Francia o Suecia. Pero esta aseveración no se corresponde con una discutible o subjetiva sensación de inseguridad ni mucho menos vinculada a postura xenófoba alguna, sino porque los mismos policías a pie de calle lo llevan advirtiendo desde hace un tiempo y así han sido advertidos también por sus colegas franceses o suecos, que nos avisan de lo que viene.
Dentro de nuestras fronteras, es sin duda Barcelona la que lleva la delantera, seguida de cerca de Zaragoza, Bilbao o Valencia. En nuestra ciudad, es la zona del Gancho la que se encuentra en mayor peligro, pero seguida muy de cerca del populoso barrio de Delicias, que es el distrito más poblado de la ciudad con más de 100.000 habitantes aunque cada vez más degradado y otras zonas como Moncasi o el entorno del Parque Bruil.
Y es que un modelo multicultural donde se intente reagrupar a cientos o miles de inmigrantes irregulares que en su mayoría vienen de países fallidos y de culturas absolutamente ajenas a la nuestra, fracasará en el Gancho por la misma sencilla razón que no ha cuajado en ningún sitio. El modelo de sistema de concentración es, por lo tanto, un rotundo pero peligroso fracaso, a pesar del pueril discurso multicultural oficial, hecho a medida de unos políticos que ni viven en dichos barrios ni ven más allá de los cuatro años que les garantiza su nivel de vida.
Por hacernos una idea, dentro del Gancho, hay 20 edificios ocupados en la zona de San Pablo y cinco más en el entorno de la calle Pignatelli, la inmensa mayoría de ellos funcionando como narcopisos. Las peleas, robos, trapicheo con drogas, ocupaciones y asaltos están a la orden del día y lo que es mucho peor, aumentando de un modo que se hace insoportable para la seguridad y convivencia.
Lo triste es que, tal y como sucede con otras cuestiones importantes, la mayoría de la gente no parece estar dispuesta a reaccionar hasta darse de bruces con esta realidad tan violenta. "Ninguna cantidad de evidencia persuadirá a un idiota" decía el genial Mark Twain, pero la situación es la que es, en nuestras calles y barrios.
Todos somos el Gancho. Todos estamos llamados a hacer frente a esta situación que nos está convirtiendo en un país tercermundista a marchas forzadas. Hoy es el Gancho, mañana será el resto. Todos debemos arrimar el hombro denunciando que no estamos dispuestos a vivir en un país donde salir a la calle sea considerado una profesión de riesgo. ¡Salvemos el Gancho!
José Luis Morales