5 de noviembre de 2023

Monarquía y Constitución

"La abierta rebeldía de la Generalidad de Cataluña contra el estado español nos hace asistir a un espectáculo más triste que el de la propia rebeldía: el de la indiferencia del resto de España, agravada por la traición de los partidos, como el socialista, que han pospuesto la dignidad de España a sus intereses políticos"

Estas palabras no son de esta semana ni de este año. Tampoco las ha pronunciado el líder de la oposición. Estas palabras tan certeras las pronunció José Antonio Primo de Rivera en marzo de 1934. La similitud con la actualidad política española es brutal. Dicha rebeldía, unida al repugnante uso que la izquierda hizo de aquella república, terminó, como no podía ser de otra manera, en una larga guerra civil.

Hace escasamente unos días y tal y como está marcado por ley, la princesa Leonor juraba la Constitución coincidiendo con la fecha de su décimoctavo cumpleaños. Su padre, el actual monarca, hizo exactamente lo mismo en 1986 cuando alcanzó la mayoría de edad. Es algo, como digo, contemplado legalmente.

Si alguien tiene puestas sus esperanzas en la princesa Leonor o de algún modo, se siente protegido y representado por la monarquía tal y como está concebida en España actualmente, está en su perfecto derecho. Yo, por el contrario, no me siento tan optimista.

Por otro lado, dada la situación de España, no creo que el debate deba centrarse en si monarquía o República. Nuestra forma de ser y nuestra idiosincrasia convierten este debate en una especie de pescadilla que se muerde la cola que no nos lleva a ninguna parte. Aportaré unos datos completamente objetivos: la república, como forma de estado funciona en países de nuestro entorno como Alemania, Portugal o Francia. De igual manera, es un hecho plenamente objetivo que los dos intentos de República española fueron un completo desastre; en especial la Segunda, precisamente por aquella planificada pero malévola intención que tuvo la izquierda de usar dicho régimen como una plataforma para llevar a cabo una revolución bolchevique, similar a la estalinista.

Desde otro punto de vista, un monarca como Fernando VII representa la personificación absoluta de la ruindad y otros como al aragonés Alfonso el Batallador rescató Zaragoza para la cristiandad. Por no hablar del grandioso legado de unos Reyes Católicos que daría para cientos de editoriales.

¿Por qué me asaltan entonces tantas dudas con el papel de la monarquía actual? Pues por la misma razón que no tengo puesta esperanza alguna en esa Constitución que tan solemnemente acatan. Porque ambas, monarquía y Constitución, son dos piezas del engranaje del denominado Régimen del 78 y la historia me ha demostrado con creces que no pueden ser en modo alguno solución si también forman parte del problema.

Conviene recordar a los monárquicos actuales que lo único que ha hecho la princesa Leonor ha sido jurar fidelidad y pleitesía precisamente a la ley que la convierte en una simple figura decorativa sin funciones; una futura monarca atada de pies y manos en lo que se refiere a la defensa, no solo de España, sino de la propia corona. De hecho, estoy plenamente convencido que si precisamente sigue vigente la monarquía es porque los poderes fácticos que llevan diseñando nuestro discurrir desde que se quitaron de enmedio a Carrero Blanco, usan la monarquía parlamentaria como la manera más sencilla de mantener dentro del redil a la parte más a la derecha de la población. Ni más ni menos.

Así que me es harto difícil, confiar en el orden constitucional para frenar el actual separatismo cuando es precisamente esa misma Constitución la que ampara mediante el estado de las Autonomías, la creación de 17 mini estados o reinos de Taifas donde cada uno mira por sus propios intereses, creando 17 gigantescas y carísimas administraciones al servicio de los gobiernos de turno y de un clientelismo vergonzoso.

¿No dispone este régimen de un Tribunal Constitucional, órgano cuya principal misión consiste en garantizar la supremacía de la Constitución y su acatamiento por parte de todos los poderes públicos? ¿Por qué entonces dicho Tribunal no defiende el artículo 1 donde dice que la soberanía reside en el pueblo español, en vez de callar frente a cualquier imposición extranjera como la llamada Agenda 2030?

¿Por qué si el artículo 2 dice que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, no actúa para impedir la proliferación y amenazas de separatistas?

Si el artículo 3 dice que todos los españoles tienen el deber de conocer y el derecho a usar el castellano ¿Por qué el Tribunal Constitucional no actúa en consecuencia y defiende dicho derecho en determinados territorios?

Si el artículo 6 establece que los partidos políticos, su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y la ley ¿Por qué permite la existencia de partidos que se dedican precisamente a lo contrario?

¿Por qué consiente el TC el aborto si el artículo 15 dice que todos tienen derecho a la vida? ¿Hace algo para impedirlo o sencillamente se inhibe?

¿Por qué si el artículo 17 de nuestra Carta Magna establece que tenemos derecho a la libertad y seguridad, se consienten leyes que rebajan o anulan condenas a violadores o se permiten amnistías a delincuentes como Puigdemont que no se arrepienten en absoluto?

¿En qué manera el TC nos protege de los llamados ocupas en virtud del artículo 18 que establece que el domicilio es inviolable?

¿Cuándo abrirán los ojos de una vez los españoles para ver la realidad?

Por estas y muchas más razones no creemos en absoluto que frente a traidores como Sánchez, la Constitución y el régimen vigente, incluido su jefe de estado, sean una esperanza para quienes exigimos que las leyes se cumplan y para mantener, que gobierne quien gobierne, la unidad de España es intocable.

Y mientras ninguna institución del régimen hace nada, Sánchez continua adelante con sus planes, dispuesto a qué España salte en mil pedazos solo por mantenerse en la poltrona. El militar y filósofo chino Sun Tzu ya dijo que "un mal gobernante será capaz de quemar su propia nación para seguir gobernando, aunque sea sobre sus cenizas". ¿Reaccionaremos de una vez para impedirlo?


José Luis Morales