Editorial 5 de marzo de 2023
Putas, cocaína y corrupción
Echando un vistazo por las redes sociales, me llegó la publicidad que promociona la candidatura de Lola Ranera, a la alcaldía de Zaragoza por el PSOE. La publicidad en cuestión consistía en un folleto con cuatro viñetas de cómic donde se nos presenta a la candidata como una persona cordial, moderna, solidaria, y trabajadora. Una viñeta simpática y sencilla dirigida al corazón y a la sensiblería del votante de clase media y sobre todo, a quien se estrena como votante.
Y es que a uno, quiera o no, se le saltan las lágrimas cuando observa lo "guay" y "cool" que son los políticos de izquierda. O como dicen ellos: políticos, políticas y politiques ¡Qué abnegación! ¡Qué comprensivos! ¡Qué "enrollaos"! ¡Qué vocación de servicio! Lástima que las campañas electorales no sean mensuales porque no cabríamos en sí de gozo.
Por si no se habían dado cuenta, nadie es más mega-chupiguay y tolerante que la mujer candidata del PSOE. Fíjense hasta qué punto son tolerantes que aún siendo feministas hasta el tuétano, toleran incluso que sus compañeros de partido celebren todo a base de puterío y orgías sin perder ni la sonrisa ni la compostura.
La cuestión es que el caso Mediador ha saltado por los aires enmerdando de nuevo a un PSOE que es experto en este tipo de tramas. Baste recordar lo que ocurrió a cuenta del dinero de los parados andaluces. Ellos, los cabecillas, como siempre, no saben ni contestan, pero si te descuidas todos, absolutamente todos los implicados tienen foto con Sánchez con dedicatoria incluida, aunque suponemos que sin perspectiva de género.
Con este enésimo caso gestionado esta vez por el Tito Berni pero patrocinado a cuenta del contribuyente, se vuelve a repetir el modus operandi, al mezclarse corruptelas, favoritismo, puterío, drogas y una cutrez supina a base de orgías en chanclas, calcetines y pantalón de pasear por la costa. Si Loquillo popularizó en los 80 aquello de "Channel, cocaína y Don Perignon" bien podría reeditarse con una versión más acorde con este siglo bajo el título: "Putas, cocaína y corrupción". Éxito seguro a pesar del ninguneo en muchos medios.
El caso es que a la izquierda en vísperas del 8 de marzo, entre la ley que está poniendo en la calle a decenas de violadores y la trama putera del Tito, les está quedando una cabecera de pancarta para la "manifa" que daría para un par de películas de Berlanga. Sánchez, colocado sonriente entre el Tito y la Montero, puede estar realmente insuperable y caerse de guapo con tanta belleza y emponderamiento junto.
No obstante, siempre me pregunto qué se les pasará por la cabeza a las militantes feministas de dicho partido cuando comparten acto electoral con unos tipos con esa cara que tienen de no haber roto nunca un plato, pero que tras los consabidos discursos "progres" terminan la juerga en burdeles olvidando de un plumazo, ayudados por whiskies caros y alguna que otra raya, la terrible opresión que el heteropatriarcado impone a sus colegas.
Por supuesto, cuentan con el espaldarazo de la innumerable cantidad de medios que les respaldan al precio que sea. El diario El País en su portada no hablaba ni una coma respecto a este último escándalo, dedicándose a otros menesteres.
Si que es necesario precisar que esta hipocresía que usa y abusa de la llamada ley del embudo a su antojo ni es exclusivo de la izquierda ni de España. No hay más que ver el vergonzoso silencio sobre el monumental desastre ecológico en Ohio, simplemente por tener al globalista Biden ocupando la Casa Blanca. Un desastre que está afectando y contaminando el aire y los ríos de aquella zona de los Estados Unidos.
Ni tan siquiera Greta "Gates " se ha dignado a aparecer para solidarizarse con los afectados. Estará ocupada en otras tareas ¿La pancarta del 8 de marzo, quizá?
José Luis Morales