29 de octubre de 2023
Abriendo caminos
Circula un cartel por las redes que dice que si se tiene la intención de cambiar las cosas, se debería comenzar primero por cambiar uno mismo. Parece algo evidente y obvio, pero lo que está claro es que dicho cambio no llegará anclados en la comodidad de un sillón o escondidos tras la red social de moda.
Una vez asumida esa voluntad de querer cambiar las cosas, entendemos como esencial ciertos aspectos: tener claro unos principios básicos, dotarse de una buena biblioteca personal con la que formarse y así tomar una conciencia más amplia y disponer de un mayor potencial argumentativo, y lo que es más importante, buscar y conocer otras personas con las mismas inquietudes y principios con las que comenzar a trabajar.
Es esta la manera de ir creando un tejido que, paso a paso, pueda irse ampliando progresivamente. Si en tu localidad o territorio existen grupos o asociaciones que compartan la misma visión, únete a ellos. Si no existen, créalo. Ya decía uno de los mayores genios militares de la historia, el general cartaginés Aníbal, que si no se encontraba el camino, la solución consistía en abrir otro. Ese es el verdadero significado de la más absoluta determinación.
Y es que, previa o paralelamente a la lucha política, es imperativa y necesaria una lucha cultural. Pensar que los problemas se solucionan solo acudiendo a depositar un voto en una urna, es en la práctica, similar a creer que un ratoncito te va traer un regalo si colocas debajo de la almohada un diente. Porque el objetivo, si de lo que se trata es de querer cambiar las cosas, no es un mero cambio de gobierno, sino conseguir la inserción social necesaria para tratar de darle la vuelta a una tortilla antes de que termine por caducar evitando que las posibilidades de un cambio real perezcan en el olvido, entre otras cosas, por falta de "huevos".
Queda muchísimo por hacer y el camino es muy largo y pleno de dificultades. Asi que una vez conseguido lo anterior, será también necesario hacer un diagnóstico acertado para saber exactamente a qué te enfrentas y por qué. Josué Cárdenas, al que pronto tendremos por tierras aragonesas, definía la amenaza que se nos cierne, en un reciente artículo, como una especie de "modelo chino exportado; capitalismo y comunismo unidos, con una agenda "progre" y un islamismo en alza, contra las naciones soberanas".
Este pasado viernes, 27 de octubre, contamos en Zaragoza con la presencia de Alicia Rubio, en un acto organizado por nuestra asociación TAS RAÍCES. En dicho acto, nos presentó su libro "Y os utilizaron por ser niños", un trabajo completamente demoledor contra determinados lobbies y el adoctrinamiento y uso que se hace de los niños con el fin de legalizar la pederastia.
El diagnóstico que hace la autora de la situación actual es a nuestro juicio, certero y acertado, especialmente en todo lo concerniente a la educación. Una determinada élite que ha hecho de la especulación financiera su modus operandi es la que maneja a su antojo los hilos de occidente con el único objetivo de satisfacer sus propios intereses.
Las naciones y los intereses de las personas, sencillamente son un engorro de los que deben desprenderse a toda costa. Todo aquello que pueda suponer un pilar o baluarte sobre el que defender nuestras libertades, nuestra riqueza y diversidad cultural, nuestra fe y nuestra soberanía debe ser destruido sin contemplaciones, como por ejemplo la identidad sexual, la soberanía nacional, la iglesia católica, la familia tradicional, etc.
En su magnífica exposición, Alicia Rubio señalaba tres grandes objetivos que persiguen dichas élites para llevar a cabo sus estrafalarios y aberrantes planes: 1° la reducción progresiva de la población, basado en las ideas del maltusianismo y del Club de Roma, 2°, el control social, político y económico de la población y 3°, el establecimiento de un gobierno mundial que rija los destinos del planeta y de las naciones. El principal ariete que usan es la llamada Agenda 2030, agenda que como bien explicaba Alicia, debe entenderse al revés. Porque ese es otro de los problemas de hoy en día, el de la más completa desinformación. Cuando uno escucha en las noticias que se van a tomar medidas para terminar con los bulos y noticias falsas, no os quepa la menor duda que lo que se va a perseguir en realidad, es toda verdad que quiera abrirse paso a través de la frondosa oscuridad actual tejida por los mass media del sistema.
Pocas formas hay de destruir nuestra soberanía y cultura, todo en el mismo pack, que fomentando una inmigración masiva y tercermundista que termine por convertir las otrora naciones europeas bien asentadas en sus raíces, en una especia de amalgama multicultural de personas sin ningún tipo de arraigo a los que poder manejar a su antojo y creando tensiones y conflictos a perpetuidad con las que tenernos entretenidos para así no plantearnos quienes son los verdaderos responsables de todo.
Y esta inmigración descontrolada y masiva continua sin freno llegando a nuestras costas. Sin buscar más información que la que nos ofrece el propio sistema, la agencia Efe, cifraba a finales de septiembre en 14.277, el número de inmigrantes ilegales que habían conseguido poner pie solo en Canarias, valiéndose de decenas de cayucos. Ojo, que hablamos de datos de septiembre mientras continúa incesante, semana tras semana y prácticamente día tras día, la llegada de dichas embarcaciones con la consiguiente remesa de nuevos inmigrantes.
Lo increíble es que todavía sean millones de españoles los que siguen sin enterarse de las dimensiones y la gravedad de esta situación. Lógicamente, si los centros de acogida canarios se saturan, la solución del gobierno es mandarlos por toda península. Estamos hablando de miles y miles de personas a las que acogemos pero sobre las que desconocemos absolutamente todo, incluso si tienen antecedentes o son peligrosos yijadistas dispuestos un día a salir a apuñalar bebés europeos o a disparar contra cualquiera como si se tratase de un antojo.
Es ya tal el desmadre que muchos de ellos son alojados en hoteles, por supuesto con todos los gastos pagados. Curiosamente si eres español, esa clase de servicios sociales desaparece de un plumazo. Pero no se trata de magia: son tus impuestos.
José Luis Morales