14 de mayo de 2023
Mentiras electorales
Se le atribuye a Francisco de Quevedo una frase que periódicamente aparece por las redes: "Nadie va a ofrecer tanto como quien no quiere cumplir". Sus razones tendría para decirlo en el contexto que estimase. Cambiemos ahora el término ofrenda por el de promesa electoral y entenderemos "ipso facto" la frase de una de nuestras mayores glorias de la literatura en castellano.
Tal y como comprobamos cada vez que se nos convoca a las urnas y la posterior campaña electoral, no son pocos los ejemplos en los que la mentira y el cinismo van cogidos de la mano. En el caso del PSOE el cinismo alcanza categoría premium. Que alguien pueda gobernar sin hacerle asco alguno a Bildu, heredera de la organización política que llevó la voz de la organización terrorista ETA a las instituciones, mientras dicha organización terrorista asesinaba a casi mil personas, entre ellos a varios militantes socialistas, implica una catadura moral tan baja que es difícil de superar.
Ese cinismo elevado a la enésima potencia es el que explica que un tipo mediocre como Pedro Sánchez no solo sea capaz de auparse como mandamás de su partido sino incluso como Presidente de Gobierno. Son tantas las veces que ha mentido este general en jefe de "ególatras sin fronteras", que uno duda incluso si Pedro es su verdadero nombre y no nos ha mentido también en eso, porque desde luego, lo de mentir, lo lleva en la sangre.
Porque hay que ser muy cínico para prometer en año electoral que una de las grandes medidas a tomar va a ser la construcción de miles de viviendas para alquiler social cuando nada sabemos acerca de las 100.000 similares que prometió construir en 2021 ni de las que prometió tras la erupción del volcán Tajogaite en la isla de La Palma.
No es tampoco la primera vez que desde el PSOE se vienen tan arriba prometiendo. En los años 80 corría de boca en boca un chiste a cuenta de los 800.000 puestos de trabajo prometidos por el expresidente socialista Felipe González. Una vez que se vio que las políticas de creación de empleo no eran precisamente de las que podía presumir, el Felipe del chiste se sacudía de encima el problema diciendo que él había prometido no ochocientos mil, sino entre ochocientos y mil. Eso sí, colocar pero a dedo, colocó a todos amiguetes. Famosa también fue la frase del exalcalde socialista Tierno Galván cuando dijo aquello de "quien no esté colocado, que se coloque". No sabemos si se refería a la droga o al enchufismo, aspectos ambos que gozaron de un desarrollo desconocido hasta entonces.
Puestos a ofrecer estas breves pinceladas sobre el proceso electoral que viene, no podemos pasar de tapadillo un hecho realmente repugnante, como es la presencia de determinados terroristas de ETA en las listas de Bildu. Conviene, no obstante, matizar algunos detalles.
Es cierto que hay determinadas cosas que sólo ocurren aquí, pero lo cierto es que si los miembros de bandas terroristas pueden presentarse a determinados cargos obedece simplemente a que el régimen lo consiente, incólume frente a todas canalladas que cualquier enemigo de España nos acaba metiendo por vía legal, sea la presencia de ETA en las instituciones, la censura de determinadas leyes sobre la historia, la profanación de tumbas, la persecución de la lengua castellana en cada vez más territorios o la absurda imposición de la ideología de género.
En su libro "La derrota del vencedor" el periodista y profesor aragonés Rogelio Alonso nombra las estrategias llevadas a cabo por ETA desde su fundación: "Entre 1968 y 1974- cito textualmente -la instigación de una insurrección popular. Hasta 1982, impedir la implantación del régimen democrático. A partir de 1982, la negociación política con el gobierno". Me permitiré añadir que posteriormente en toda esta estrategia hay un antes y un después a partir de la llegada al poder de Rodríguez Zapatero.
A partir de aquella fatídica fecha de marzo en el que Zapatero se hace con el poder, la estrategia ha sido colocar en las instituciones el proyecto de ETA para Vascongadas y Navarra, pero esta vez con la colaboración del propio gobierno socialista, estrategia corroborada por el actual ejecutivo sanchista y no lo olvidemos tampoco, por la inacción del gobierno de Mariano Rajoy que tanto frente a Bildu como ante el golpe planteado por el govern catalán, creyó que la mejor postura era la de no hacer nada.
Así que menos aspavientos y menos rasgarnos las vestiduras. Poco nos pasa a tenor de la pasividad de un pueblo español que necesita ahondar en sus raíces, mirarse de una vez en el espejo de nuestra historia y dejar de comportarse como un rebaño de corderillos dispuestos a dejarse llevar al matadero en un régimen que da la impresión que nació para autodestruirse.
José Luis Morales