1 de diciembre de 2024
Agenda climática
Esta semana que terminamos se ha cumplido un mes exacto de la tragedia que asoló numerosas localidades, sobre todo en la comunidad valenciana, causando más de dos centenares de muertos (eso en lo que respecta a las cifras oficiales, que seguro son más) y llevándose por delante miles de negocios, viviendas o vehículos, destrozando localidades enteras y convirtiéndolas en algo semejante a un escenario de guerra.
Pocas cosas han cambiado desde entonces. Desde el primer momento, se materializó el consabido rifirrafe politiquero, donde las dos principales fuerzas políticas para nuestra desgracia, PP y PSOE, han estado echándose la culpa, el uno al otro, de todas las negligencias habidas, sin asumir ninguna responsabilidad propia, algo a todas luces, impresentable y vergonzoso.
Mientras no seamos conscientes que la división autonómica, lejos de descentralizar, contribuye a la inoperatividad más absoluta y que los partidos políticos solo son estructuras que nos dividen y cuyo interés máximo nada tienen que ver con el del ciudadano, lo único que podemos hacer ante una catástrofe es encomendar nuestras almas al todopoderoso o esperar, tal y como sucedió hace un mes, que sean ciudadanos anónimos, muchos de ellos jóvenes, los encargados de acudir a arrimar el hombro mientras las administraciones nacional y autonómica, se lavan las manos.
La cuestión es que a estas alturas de régimen y de siglo, ya debiéramos estar acostumbrados a todo este bochornoso tinglado obsceno y partidista. Uno tiene presente aquel no tan lejano 11M de 2004 donde se daba la ridícula circunstancia de que con cerca de doscientos asesinados de cuerpo presente, los medios nos ponían en la tesitura de vincular la victoria electoral a uno de los dos grandes partidos dependiendo de quien hubiese colocado las bombas y sacar el rédito electoral consiguiente. Desde aquel desgraciado día, ya tendríamos que haber abierto los ojos a una realidad que nos demostraba que los intereses de los políticos y a quienes sirven, iban a pasar por encima de cuantos fuesen a ponerse debajo. Posteriormente la triste y famosa pandemia contribuyó a dar el espaldarazo definitivo a la aplicación de todo un experimento de ingeniería social a escala mundial, cuyo objetivo, entre otros, era el de constatar que solo éramos ya, una inmensa marea de borregos, borrando el espíritu crítico de la inmensa mayoría de medios de comunicación.
Decía el periodista Lorenzo Ramírez, que una vez pasada la catástrofe, se iba a aprovechar para crear un relato que permitiera seguir ahondando en esa idea llamada emergencia climática para justificar medidas que, en definitiva, solo benefician a unos pocos. Mucho nos tememos que a Ramírez no le falta razón. Conociendo la clase de psicópatas que están al timón no solo de España, sino en la UE, no resulta descabellado pensar que las prometidas ayudas irán enfocadas a unos determinados aspectos, vinculados a ese discurso climático, como pueda ser aprovechar los miles de coches destruidos para que sean reemplazados por otros vehículos pero con el requisito de que sean eléctricos. Eso por citar un ejemplo.
En el libro "Premoniciones. Cuando la alerta climática lo justifica todo", que es de lo mejor que se ha escrito sobre el tema, Alfonso Tarancón y Javier del Valle nos recuerdan que el método científico consiste, cito textualmente, en "estudiar el mundo que nos rodea, buscar explicaciones a lo que ocurre y, con el fin de dar validez a esas explicaciones, realizar predicciones en forma de teorías de una nueva tecnología o de hechos desconocidos". Esta definición que es totalmente correcta, choca frontalmente con el relato que se nos ha impuesto, porque incide con exactitud en lo contrario. Y es que, de acuerdo al discurso oficial sobre el cambio climático, se nos impone una única explicación como un dogma y se desechan de un plumazo, todas las explicaciones serias sobre lo que puede influir en el clima, como pueden ser la actividad solar, la volcánica y los cambios en la órbita terrestre.
No nos cabe la menor duda que si para algo se aprovechará esta catástrofe, será para acelerar políticas y agendas vinculadas al negocio del cambio climático. Así es que, lejos de encontrarnos con la dimisión de los principales responsables, algunos como la ya exministra Teresa Ribera, ha impulsado aún más su carrera, ostentando desde hace unos días, la Vicepresidencia Europea de Transición Justa.
Nunca la clase política actual ha estado tan alejada del pueblo. Dicho de una manera más grosera, a los mandamases de la UE, le importamos una mierda, elevando a un alto nivel a una de las responsables del desastre. Pero es que en lo que respecta al gobierno español, la situación es aún más descorazonadora, por culpa de un auténtico psicópata capaz de vender a su madre por un día más en el sillón y en el Falcon, acorralado cada vez más por unos escándalos de corrupción que salpican hasta a su mujer y hermano y con la cara más dura que el hormigón.
No queremos concluir el editorial de hoy sin hacer mención a una serie de conclusiones que nuestra asociación hermana en Valencia, Valentia Fórum, que está ayudando desde el primer momento y que ha sufrido también en sus carnes esta tragedia, nos expresaba a través de su líder, Rafael Gálvez, una vez transcurrido este primer mes.
Para Valentia Fórum, la primera conclusión es la constatación de que ha muerto un sistema podrido, sistema que hasta ahora se entendía como protector, ante una tragedia incalculable que tardará muchos años en ser superada.
La segunda de las conclusiones es que se ha demostrado que los partidos políticos bisagra se han comportado como unos miserables, permitiendo por la negligencia de unos y la indiferencia de los otros, que miles y miles de valencianos lo perdieran todo, quedando desamparados y abandonados a su suerte con el fin de poderlo aprovechar políticamente.
La tercera, que se ha demostrado como fundamental, la importancia de la comunidad frente al individualismo, una comunidad de compatriotas o de camaradas que puedan organizarse para ayudar en lo que sea, porque a nivel individual no se llega prácticamente a nada.
"Solo el pueblo salva al pueblo". Hemos de tenerlo bien presente y dejarnos de ilusiones pensando que ese papá Estado que tanto gusta de esquilmar a todos a impuestos, vendrá corriendo a rescatarnos como es su obligación. Abramos de una vez los ojos a la realidad.
José Luis Morales