La traición en la amistad (3)
de Maria Zayas Sotomayor
La traición en la amistad (3)
de Maria Zayas Sotomayor
La pasión y el engaño dominan la corte. Marcia descubre que Liseo la traiciona con Fenisa, su amiga, y se alía con Laura —también víctima de su desprecio— para vengarse. Belisa, agraviada por Don Juan, logra reconciliarse con él tras revelarse los engaños de Fenisa. Liseo muestra su crueldad al despreciar a Laura y romper su carta, mientras Fenisa manipula a todos los amantes que se dejan. Gerardo rechaza a Fenisa, y Marcia, decepcionada de Liseo, empieza a sentir amor por él. La jornada cierra con alianzas femeninas y promesas de venganza, tejiendo una red de mentiras y pasiones enfrentadas.
Jornada III: La tempestad de celos y traiciones desata el vendaval en la corte.
La tercera jornada se abre como una herida sangrienta, con Laura sola, manifestando el veneno de sus celos en un lamento quejumbroso. "¿Qué pecado he cometido / para tan gran penitencia? / ¿Por qué acabas mi pacencia, / celos, verdugo atrevido?". Su monólogo es un grito contra el amor, personificado en un Cupido cruel y unos celos despiadados que la consumen. "Bástame, Amor, la tuya", implora, reconociendo tardíamente la escasez de la afección ajena.
La llegada de Felis trae consigo la estocada final. El corazón de Laura se estremece ante la mera visión del mensajero, intuyendo la desgracia que se cierne. "¡Liseo se ha casado con Fenisa!". La noticia la abate como un rayo, confirmando sus peores temores. "¡Ay de mí, desdichada! ¡Ay de mí, triste!". Felis clama por auxilio ante la visión de Laura al borde del abismo.
Belisa acude presurosa, encontrando a Laura sumida en la más absoluta desesperación. Muerte, rabia, cuidados, ansias, tormento y, sobre todo, celos, son los fantasmas que la atormentan. "¿Celos? Acaba, dímelo.", apremia Belisa a Felis, buscando la confirmación del rumor que corroe a Laura. La verdad, cruda y directa, no tarda en llegar: "Ha sabido / que Fenisa y Liseo anoche fueron / a tomarse las manos a la audiencia / del vicario". Belisa intenta sembrar la duda, recordando los enredos pasados de Fenisa y Liseo, pero la herida en el alma de Laura es demasiado profunda. "¡Ay, Belisa del alma! ¡Ay, que me acabo!".
En contraste con la tormenta emocional que sacude a Laura, la aparición de Gerardo introduce una bocanada de aire fresco y una promesa de afecto sincero. Su encuentro con Marcia es un derroche de amor y promesas. "Dueño del alma mía, / a darme gloria bienvenida seas. / De mi gusto alegría, / prenda del corazón que ya hermoseas". Las palabras de Marcia responden con igual fervor, sellando una unión que parece firme ante las vicisitudes del destino. "Con mis brazos recibo / el cuerpo amado en quien por alma vivo". Sin embargo, la sombra de los celos pasados aún planea sobre Gerardo, quien teme perder la dicha presente. Marcia lo tranquiliza, asegurándole que su antiguo rigor ha quedado atrás y que su decisión de entregarse como esposa es irrevocable.
Mientras la dicha florece entre Marcia y Gerardo, Laura sigue consumiéndose en su dolor. Belisa intenta llevarla con Marcia, pero la mención de los "santos cielos" evoca en Laura un nuevo lamento sobre el "rabioso mal [...] de celos".
La escena cambia para mostrarnos a Liseo, presa de su propia red de engaños. "Vengativo eres, Amor, / no hay quien contra ti se atreva". Su soliloquio revela su frustración con Fenisa, a quien describe como "más ingrata / que Medusa y más cruel". El remordimiento por su trato hacia Laura comienza a aflorar, aunque teñido de conveniencia. "¡Oh, Laura, tus maldiciones / me alcancen, pues sin razón / traté tan mal tu afición, / olvidando obligaciones!". Ahora que Laura "se acabó", Liseo decide que Marcia será su esposa, atraído por su entendimiento y ser. Sin embargo, la tardanza de Marcia en aparecer en el balcón lo inquieta, sembrando la duda de si habrá descubierto sus tratos con Fenisa.
Finalmente, Marcia y Laura aparecen en el balcón, urdiendo un engaño. Marcia finge ser Belisa y Laura asume el papel de Marcia. Liseo se dirige a Marcia (creyendo hablar con Belisa), preguntando por su estado. Laura (haciéndose pasar por Marcia) le reprocha sus "lisonjas" y le informa del supuesto desmayo de Marcia por su causa. Liseo, confundido y temiendo que Marcia haya descubierto su relación con Fenisa, se muestra contrito. Marcia (fingiendo ser Belisa) lo insta a revelar su pena.
Laura, apenas capaz de sostener la farsa, estalla en un torrente de dolor y reproches dirigidos a Liseo. "Cansada barca mía, / pues ya a seguirte la tormenta empieza [...] despídete del puerto / en quien pensaste descansar muy cierto, / y dile «A Dios, ingrato, / que no puedo sufrir tu falso trato»". Su discurso es una mezcla de desesperación y dignidad herida, anunciando su intención de alejarse de él y buscar refugio en un lugar más seguro. Ignorando las súplicas de Liseo, Laura (Marcia para Liseo) se marcha, dejando tras de sí un eco amargo de su sufrimiento.
Marcia, volviendo a su papel, reprende a Liseo por su crueldad hacia Laura y le propone un plan para apaciguarla: prometerle matrimonio por escrito. "Promete ser su esposo, / y amansarás su rostro desdeñoso, / en un papel firmado / en que diga: «Prometo yo, Liseo, / por dejar confirmado / con mi amor y firmeza mi deseo, / ser, señora, tu esposo [...]»". Liseo, dispuesto a cualquier cosa para recuperar el favor de Marcia, acepta sin dudarlo.
En este punto, irrumpe en escena el cómico León, criado de Liseo, con sus habituales gracejos y ocurrencias. Su búsqueda infructuosa de su amo lo ha llevado por tabernas y bodegones, ofreciendo un contrapunto humorístico a la tensión dramática. Ante el abatimiento de Liseo, León intenta animarlo con una receta de hechizos amorosos que, según él, tiene poderes milagrosos. La lectura del conjuro, una grotesca mezcla de ingredientes repugnantes, provoca la indignación de Liseo. "¡Vive Dios, que estoy por darte / cien coces! Cuando mohíno / me ves, ¿me cuentas alegre / tan terribles desatinos?".
La llegada de Belisa interrumpe la disputa entre amo y criado. Ella se ofrece a ayudar a Liseo a escribir la promesa de matrimonio para Laura. Mientras Liseo se retira a escribir, León, fiel a su naturaleza desconfiada, expresa su desconcierto ante la súbita diligencia de su amo.
La escena siguiente nos presenta a Fenisa y Lucía, discutiendo los últimos acontecimientos. Fenisa se lamenta de la pérdida de Don Juan a manos de Belisa y de la ausencia de Liseo. Su conversación revela su egoísmo y su costumbre de mantener múltiples amantes sin amar verdaderamente a ninguno. Sin embargo, al enterarse de que Marcia y Liseo parecen estar juntos, Fenisa siente el aguijón de los celos. "¿Marcia y Liseo? ¿Hay tal cosa? / ¿Y Belisa con don Juan, / bien concertados están?". Consumida por la rabia y la sed de venganza, Fenisa declara su intención de matar a todos los que la han ofendido.
La llegada de Lauro trae consigo noticias aún más desalentadoras para Fenisa. Lauro le comunica el mensaje de Liseo, quien la desprecia y le informa de que Don Juan le ha revelado los engaños de Fenisa. "Al fin, Liseo / dice que te entretengas en tus gustos, / pues son tan varios, y que de él no esperes / otra cosa jamás.". El rechazo de Liseo y la traición de Don Juan la dejan sumida en la furia y el despecho. Su determinación de vengarse se intensifica.
Mientras Fenisa planea su venganza, Belisa y León mantienen una conversación sobre la naturaleza de hombres y mujeres. León, con su visión cínica del mundo, critica la inconstancia femenina y relata una larga alegoría sobre un león, un lobo y una zorra, ilustrando la astucia y la venganza en las relaciones de poder.
La tensión culmina con la llegada de Don Juan, seguido de Gerardo, a casa de Belisa. La aparición de Fenisa y Lucía desata el caos. Fenisa, fuera de sí, increpa a Don Juan por su traición y amenaza con quitarle la vida. Belisa intenta interponerse, advirtiéndole de las consecuencias de sus actos. La situación se agrava con la llegada de Marcia, quien reprende a Fenisa por su comportamiento en su casa.
En medio del altercado, Liseo irrumpe en escena, buscando a Marcia. La confusión es total. Laura reaparece inesperadamente, desvelando la farsa urdida por Marcia para engañar a Liseo y aliviar su propio sufrimiento. Muestra el papel firmado por Liseo, la promesa de matrimonio.
Ante la evidencia del engaño y la sinceridad del amor de Gerardo, Marcia toma una decisión firme: se une a Gerardo. "Mira cómo doy mi mano / a Gerardo, porque sea / premiada su voluntad." Liseo, viéndose perdido, se vuelve hacia Laura, reconociendo su verdadero amor. Fenisa, abandonada por Liseo, intenta entonces unirse a Don Juan, quien a su vez se compromete con Belisa.
En un cierre apresurado, León y Lucía también forman pareja. Fenisa, despechada y sola, invoca la justicia divina sobre todos. Sin embargo, Marcia le recuerda que ella es la única culpable de su desgracia. La obra concluye con Liseo resumiendo la "La traición en la amistad, / historia tan verdadera / que no ha un año que en la corte / subcedió como se cuenta." y León ofreciendo a Fenisa, ahora sin amantes, a quien la quiera: "Señores míos, Fenisa, / cual ven, sin amantes queda. / Si alguno la quiere, avise / para que su casa sepa. " El vendaval de pasiones y traiciones ha llegado a su fin, dejando un panorama de parejas reconfiguradas y una Fenisa pagando el precio de su inconstancia y sus traiciones.
Blas Molina